Se nos va. Llevábamos semanas temiendo que se hiciera oficial, pero hoy ha sido el día. 20 años de historia que empezaron con un sueño de crear un equipo a base de corredores de la casa, de Euskadi. Un equipo que logró y persiguió el sueño hasta llegar a la 1.ª división del ciclismo. El equipo que vio nacer y crecer como ciclistas a los González de Galdeano, Laiseka, Gerrikagoitia, Beloki, Zubeldia, Mayo, Samuel, Landaluze, Antón, Koldo, Egoi, Irizar, Txurruka, Aitor Hernández, Castroviejo, Nieve, Landa, Sicard, los Izagirre… y muchísimos más. Un equipo que no solo es un equipo. El equipo al que todos los aficionados quieren. El equipo que ha llenado cunetas. El equipo que ha tenido a millones de personas pegadas a la tele en las etapas pirenaicas. Lo que empezó como un sueño se convirtió en realidad. Y ahora en historia.
Todo aficionado al ciclismo seguirá yendo a ver las carreras con su camiseta naranja. La marea naranja nunca desaparecerá. Porque se han llenado cunetas hasta rebosar. Ya fuera en España, Francia, Países Bajos, Bélgica, Italia… Fueras donde fueras, si había bicis, había naranja. Un equipo que nos ha hecho a todos vibrar. El equipo más querido, ese que no debía desaparecer. Pero la llama se apagó poco a poco y, por culpa de la situación económica, ha llegado a su fin. La Fundación Euskadi colaboró en el patrocinio hasta finales de 2012. Una Fundación creada para apoyar al ciclismo vasco, de la que han salido grandes estrellas que ahora pedalean en las Grandes Vueltas. Una Fundación que, si nadie lo remedia, también desaparecerá a finales de año, dejando en la calle a decenas de personas. Y al futuro del ciclismo español y vasco. Esto no puede acabar. Esto no debe acabar. Esto no va a acabar. Porque en 1994 parecía una locura tratar de conseguir un equipo creado únicamente a base de ciclistas de la tierra, y que este fuera competitivo. Si se logró entonces, ¿por qué no lo conseguimos ahora? Probablemente no este año, ni el siguiente… Pero, a largo plazo, la filosofía de Euskaltel Euskadi volverá. El ciclismo lo merece. No es justo lo que ha pasado. Y el ciclismo es un deporte humano, en el que se ha demostrado que los sueños pueden cumplirse. Y el sueño es, en unos años, ver un «nuevo Euskaltel». Gracias por hacernos soñar durante veinte años.