Acabó el Tour de Francia y con ello todos nuestros sueños y esperanzas depositadas durante un año en ver a los mejores ciclistas dando el mejor espectáculo en los mejores recorridos de la mejor carrera. Una vez finalizado es hora de que vayamos haciendo balance de si todas esas expectativas creadas se vieron cumplidas.
Finiquitado quedó el Tour con una ceremonia, que también fue para todos los gustos, y que nos dejó la imagen de un grandísimo monumento como es el Arco del Triunfo con un marcado protagonismo. En él pudimos ver reflejado la combatividad, el equipo, la montaña, la regularidad, la juventud y la victoria, para acabar la fiesta con unos fuegos artificiales sin ser verdaderos fuegos. Quizás fue lo que eché de menos en esa clausura del Tour, que los fuegos hubieran sido al final de verdad. Un PUM PUM como dios manda y no solo una recreación en un lugar de ensueño.
Bueno pues mi balance del recorrido del Tour podría ser algo parejo a eso. En principio y a la vista de uno, este recorrido podría haberse catalogado como algo mágico, impresionante e incluso deslumbrante, pero al final… me faltó también el PUM de verdad.
Una salida atípica desde Córcega que nos deparó mucho más de lo que esperábamos. Batalla tras batalla donde realmente se estaba poniendo muy cara la victoria a los velocistas. Tanto es así que de la isla del Mediterráneo salió líder un tal Bakelants para nada conocido como ser un especialista en finales vertiginosos al sprint.
Coger el barco y en Niza crono por equipos, quizás algo corta para nuestro gusto. Orica tiro de “autobús” y paró los tiempos mejor que ninguna otra formación logrando más adelante que Impey fuera el primer corredor africano en vestir el amarillo del Tour. Por cierto, cuán diferente fue esta primera semana del Tour que afortunadamente, apenas tuvimos que lamentar víctimas entre los favoritos, el único en quebrar sus sueños fue Van den Broeck. Todo ello antes de empezar con los Pirineos. Hasta ese momento ya se habían dejado ver Kittel, Cavendish, Greipel y Sagan a partes iguales.
Pirineos. Sabíamos que era la parte más flojita de la carrera y más cuando el primer final en alto en Aix 3 Domaines, sirvió para que Froome y Sky se encargaran de quitar las ganas a cualquiera de probar nada. Bueno a todos, todos no. Ahí quedó un novato, Nairo Quintana, que se atrevió ese mismo día desde Pailhères a intentar la machada aunque luego le sobró algo del último puerto. Al día siguiente más ingredientes con 4 primeras categorías como Menté, Peyresourde, Val Louron o La Hourquette, con un Movistar crecido desde el principio con el bajón de Porte (segundo en la general en ese momento), y con un Froome completamente sólo desde el comienzo de la etapa… ingredientes para un gran espectáculo, pero finalmente otra vez en el espectáculo no hubo fuegos artificiales salvo el par de petarditos que tiró de nuevo Nairo en la última subida a la Hourquette. El segundo puesto para Valverde ya era visto como un gran éxito en las filas de Unzué, así que… ¿para qué prender más mechas? Por cierto, el Tour suele cuidar todos los detalles al milímetro, pero me parece un insulto a la historia de su carrera que en su centenario se dejaran olvidado a un puerto llamado algo así como el Tourmalet. Hay sitios por los que esta carrera no puede permitirse el lujo de no pasar y este es uno de ellos (cierto es que al final no se habría podido subir ya que la carretera por Lourdes estaba cortada por desprendimientos), pero ya el hecho de olvidarse desde un principio de el santuario ciclista pirenaico me parece un fallo grave por parte de la organización.
Segunda semana del Tour, y en principio… muy poquito, por no decir nada. Una crono para auténticos especialistas y el Ventoux. Por medio otras 4 etapas que vistas en el papel proponían más tarde de siesta y piscina que de sillón y bici. Al final la dupla crono-Ventoux fue el epílogo de este Tour. Se volvió a demostrar que Froome andaba más que nadie en montaña, que el único que podía aguantarle un poco era Nairo, que Contador no andaba ni bien ni mal y que por ahí andaba Purito yendo claramente de menos a más. Si es cierto que 4 días antes en la crono majestuosa en Mont Saint Michel, Froome le metió la del pulpo a todos sus rivales dejando a más de semana y media del final prácticamente finiquitado el Tour. Y por medio, por medio como digo las 4 etapas del bostezo… Así fue en Saint Malo. Así fue en Tours. Y así fu… al final resultó que el único día en que realmente se le buscó las vueltas a Froome fue uno de los días menos esperados con final en Saint-Amand-Montrond, en un territorio que nadie podía haberlo previsto y en la jornada en que vimos una nueva “Valverdada”, ya que por un error psico-mecánico el murciano se dejó todas sus opciones de Tour por un par de radios (no se si alguno se acordaría en este momento de Peyresourde, Val Louron u Hourquette… igual sólo me acordaba yo). También ese día nos sirvió para ver a Saxo haciendo las cosas bien, con un Tosatto cumbre, y poniendo algo de emoción a una semana de siesta de las de pijama y orinal.
Y con el Ventoux, otra lección de Froome de cómo callar bocas a base de golpe de pedal… bueno golpe, ¡golpazos! De ahí se pasó a la segunda jornada de descanso y poníamos las miradas en los últimos cinco días de vértigo. Monumental lo que nos esperaba. Algo así como un Arco del Triunfo… un Arco del Triunfo que al final no tuvo fuegos. Final en Gap. Crono dura con dos puertos de segunda. Dos subidas al d´Huez. Glandon, Madeleine y la Croix de Fry. Y para terminar un puerto inédito como Annecy (por lo que se pudo ver después, puerto realmente duro). Y Después de todo eso ni chicha ni limoná. Estaba claro que Froome era el más fuerte pero dejar pasar tanta y tanta oportunidad, tanto y tanto terreno donde poder ponerle en jaque. Es bonito verse en el pódium pero, ¿no será más bonito verse en ese mismo pódium de amarillo?
Al final en esos cinco días vimos en Gap y Le Grand Bornand a un Movistar haciendo la de La Oca… De Costa a Costa. Entre los favoritos intento y medio de Contador que sólo sirvió para pegarse un buen costalazo bajando Manse camino de Gap. Una crono que nos deparó lo más emocionante de este Tour con Alberto, Purito y Nairo muy cerquita de… sí otra vez Froome. Alpe d´Huez territorio de Riblon (¿una sola etapa es más meritorio que todo lo hecho por mismamente otro francés como Rolland para que digan que has sido el más combativo? Yo no lo creo), y por detrás de nuevo Contador atacando bajando en la “peliaguda” Sarenne (cada vez entiendo más a Sastre y su “patraña de niñatos”, pónganles a estos chicos un video de por donde andaban sus predecesores no hace más de 30 años y con máquinas mucho peores), pues eso que Contador atacaba bajando y se quedaba subiendo. Eso sí Nairo y Purito ponían en aprietos al líder, que paradójicamente en su día malo afianzaba más su liderato.
Al día siguiente 5 puertos camino de Bornand que sirvieron para… ¿para qué sirvieron? Uno pone los ingredientes necesarios para que haya espectáculo pero si luego no se quiere dar, pues poco podemos hacer. En la última subida muchos ya le hacían la ola al gran Froome. Entiendo que las fuerzas estén justas pero… ¿ni una vez, ni una sola vez? Nos quejamos el año pasado de Nibali, pero es que encima Nibali estaba sólo ante un gran Sky. Este año ha sido todo lo contrario desde el primer día muchos grandes corredores en equipos que anduvieron bastante como Saxo, Movistar, Belkin o Katusha (Alberto, Kreuziguer, Nairo, Valverde, Mollema, Ten Dam, Purito y Dani Moreno) contra un hombre sólo como Froome al que una y otra vez permitieron que un gran Richie Porte pudiera acompañarle hasta pie del último puerto. ¡Directores conformistas! A vosotros también os iba a poner yo un video de hace no tanto. De cuando el ciclismo era única y exclusivamente eso… CICLISMO DE LOS CICLISTAS.
Bueno y de todos esos nombres si voy a excluir si me lo permiten a uno. Joaquim Rodríguez. Por lo menos tuvo la casta y las agallas de luchar cuando todo el mundo le daba por muerto y mira por donde en su caso el tercer puesto del cajón lo veo como un auténtico premio. Bueno un premio tampoco porque se lo ganó él con su esfuerzo en la carretera. Con una gran ascensión en el Ventoux. Haciendo la crono de su vida. Siendo decisivo en la segunda subida al d´Huez. Y clavándole la puntilla a Alberto en Annecy, bueno la puntilla a Alberto y siendo claramente el único junto con el colombiano que va para grandes registros, Nairo Quintana, que dejaron en entredicho el monopolio de Froome de cara al futuro.
Y al final paseo por Paris, con un monumento para una monumental carrera, que no hizo más que reflejar lo que ella había sido: UNA CARRERA A LA QUE TODO EL MUNDO ESPERA VER IMPACIENTE PERO A LA QUE AL FINAL LE FALTARON FUEGOS ARTIFICIALES. Las mechas en forma de recorrido se establecieron a mi juicio correctamente, pero nos sobró mucha pólvora mojada. Lo bueno de todo esto, es que a pesar de la opinión que nos merezca la actitud de los corredores en carrera, el Tour volvió a demostrarnos la dimensión que alcanza el ciclismo durante tres semanas, la multitud de gente proveniente de todos los rincones del mundo por ver pasar unos ciclistas, pero que cada vez tengo más claro que lo que realmente les llama no son esos ciclistas si no esos lugares por los que pasan. Pirineos a rebosar, Ventoux al que le sobraban muchos alfileres o el Alpe d´Huez con más gente que nunca. El ciclismo está muy sano y esa es la mejor de todas las conclusiones. Esa y que cada vez queda menos para conocer el recorrido del año que viene, ese recorrido por le que muchos ya estarán planificando sus vacaciones, mucho antes de saber si Fulano o Mengano corren el Tour. Au revoir.