Tras la disputa de la Dauphiné y viendo el Top10 de la clasificación general encabezado por un británico y con 3 australianos entre esos diez primeros, me venía una pregunta a la cabeza, y es que ¿hace cuántos años si dijese que “aussies” e “hijos de la Madre Inglaterra” coparían la élite del ciclismo me tildarían de loco?
Europa siempre ha sido la gran potencia en nuestro deporte de la bicicleta, aunque si tuviéramos que adentrarnos en los países, quitando raras excepciones, podríamos citar a italianos, franceses, alemanes, belgas, holandeses y españoles. Quizás a esta lista podríamos añadir ciclistas americanos, especialmente hablamos de los incombustibles colombianos y corredores estadunidenses.
Pero en los últimos años ha habido dos países en concreto que sin tanta tradición han entrado de lleno a lo más alto del panorama ciclista. Estoy hablando de Australia y Reino Unido. Dos países que también entre ellos tienen muchísimas similitudes culturales, no obstante, los primeros fueron colonia de los segundos durante muchos años hasta que el 1 de enero de 1901 nació la Confederación de Australia, y en 1931 quedó prácticamente extinguida la conexión institucional entre ambos países, aunque a día de hoy ambos países comparten corona y Jefa de Estado, la reina Isabel II. A pesar de tratarse de hemisferios diferentes, australianos y británicos tienen muchas cosas en común como el idioma, tradiciones y costumbres, y ahora parece ser que el gusto por la bicicleta también se ha extendido en ambos países.
Hace cosa de 15 años, hablar en el ciclismo de un australiano o de un inglés, era tan raro como hablar de un español haciendo algo en el rugby. Pero de la noche a la mañana, empezaron a salir ciclistas que poco a poco fueron degenerando en otros mejores hasta llegar a copar las más altas instancias de nuestro deporte. Personalmente veo un punto de inflexión en el que los dos países también coinciden, y es la celebración en Sidney en el año 2000 o en Londres en el año 2012 de los Juegos Olímpicos. Albergar un evento así hace que el país organizador quiera dejar el pabellón bien alto y desde el momento en que se conoce que se es sede de la más antigua de las competiciones deportivas, se desarrollan planes de actuación para que dicho país pueda defender su nación en todas y cada una de las disciplinas que se llevan a cabo. De ahí también podríamos pensar que el hecho de que los australianos emergieran unos años antes que los británicos sería un dato a tener en cuenta.
Como digo, si ponemos el contador a cero a partir de este siglo XXI, vemos que poco a poco fueron saliendo buenos ciclistas de ambos países, aunque todavía se encontraban lejos de conseguir cotas altas como ganar una gran vuelta, pero sí, de poder conseguir objetivos más asequibles como ganar etapas de carreras importantes o carreras de un día, algunas de ellas con muchísimo prestigio. En la primera remesa de grandes nombres podríamos citar a Stuart O´Grady, Bradley McGee, Robbie McEwen o David Millar. Los tres primeros australianos, de ahí que también podamos pensar que ese “boom” del ciclismo llegará antes al país oceánico que a las islas europeas. Otro factor común que comparten ambas naciones es que, prácticamente la totalidad de los grandes ciclistas que han salido en la ruta, antes consiguieron grandes cosas en la pista, donde realmente estos países tienen tradición ciclista, incluso hablamos de medallas de oro olímpicas.
El primero de estos tres australianos, Stuart O´Grady, sigue a día de hoy entre los profesionales, después de que lleve más de 15 años entre los mejores ya que pasó a la elite en 1995, ganando 2 etapas en el Tour de Francia, en los años 1998 en Grenoble, además de vestir 3 días el maillot amarillo (edición que empezó liderando con la victoria en el prólogo otro británico como Chris Boardman), y en 2004 en Chartres, además de conseguir victorias en la carrera nacional en 1999 y 2011, Tour Down Under, etapas en Dauphiné, pero sobretodo poder decir que desde el año 2007 tiene en las vitrinas de su casa, el adoquín más preciado del ciclismo ya que fue el vencedor de la Paris-Roubaix, algo que otros países de muchísima más tradición ciclista como es España no ha conseguido nunca. Bradley McGee que pasó al profesionalismo en 1998, es el claro exponente de esos ciclista que antes hicieron muchas cosas en la pista, y es de ahí que fuera después uno de los grandes “prologuistas”, ya que sus mayores triunfos fueron en los prólogos de carreras como en Romandía, Dauphiné o Suiza. También hizo lo propio en el Tour 2003, vistiendo el maillot amarillo durante 3 días, o en el Giro 2004 vistiendo otros tres días la Magglia Rosa. Además consiguió otro gran triunfo en la 7ª etapa del Tour 2002 en Avranches. En su caso decidió colgar la bicicleta en el año 2008. Desde el otro lado, David Millar es el primero de los británicos con un extensísimo y envidiado palmarés (también fue pionero a la hora de reconocer la práctica del dopaje). Pasó a profesionales con Cofidis en 1997, consiguiendo su primera gran victoria en el Tour del año 2000, siendo líder los tres primeros días de la Grande Bouclé. Volvió a repetir en 2002 en Béziers, en la última crono del 2003 en Nantes, y tras su sanción volvió a saborear la más dulce miel del triunfo el año pasado en la 12ª etapa del Tour. 2002 fue su gran año, ya que a su victoria en el Tour, sumó otras dos etapas en la Vuelta a España, con el prólogo en Salamanca, siendo líder otros tres días, y pocas fechas después alzaría de nuevo los brazos en Torrelavega. Pero como digo se vio involucrado en el oscuro mundo del dopaje, volviendo después por la puerta grande, ya que tras su vuelta en 4 años ha conseguido algo que muy pocos consiguen venciendo etapas en Vuelta (2009), Giro (2011) y Tour (2012).
Pero si hay un exponente de esta primera época que hasta hace no tanto estuvo subiendo a los pódiums de las carreras más importantes, fue el australiano Robbie McEwen. No diríamos ninguna “burrada” si le citáramos como uno de los mejores sprinters de la historia de este deporte. Ganando siempre allá donde iba. Qatar, Down Under, Tirreno, Mediterráneo, Niza, Suiza, Romandía… están en su palmarés. Pero sobretodo poder decir que levantó los brazos en 12 ocasiones en el Tour y otras 12 en el Giro, no es “moco de pavo”. Y además en el Tour añadir en los años 2002, 2004 y 2006, subir en los Campos Elíseos con uno de los maillots más preciados del ciclismo, el Verde de la regularidad. Su homólogo a día de hoy sería británico, que aún estando todavía en circulación, ya muchos señalan como el mejor esprinter de la historia Mark Cavendish, 23 etapas en el Tour (regularidad en 2011), 15 etapas en el Giro (más la Cicliamino de la regularidad de esta pasada edición 2013), tres etapas en la Vuelta, la Milán-San Remo en 2009 o el Campeonato del Mundo de Copenhague en 2011…, así hasta decir 100. ¡Vaya dos!
A partir de estos precursores, fueron saliendo otros grandes ciclistas, la mayoría de ellos en activo, como uno de los veteranos australianos que se encontraba en ese top 10 de Dauphiné, el corredor del Saxo, Michael Rogers, otro de los que ha conseguido algo que han hecho muy pocos, que es conseguir tres maillots arcoíris contra el crono en los años 2003, 2004 y 2005, el del 2003 conseguido por la descalificación de Millar (todo queda en familia en este reportaje), y siendo además uno de los gregarios más codiciados, y además consiguiendo generales de vueltas “menores” como Down Under, Bélgica, Andalucía o California. Hoy en día podríamos citar a otros muchos grandes corredores salidos de ambas canteras, entre los británicos estarían los Cummings, Bent Swift, Geraint Thomas, o sobretodo el caso de Chris Froome (ante la que está siendo su gran temporada). Por el lado australiano también hay una gran cantera que hoy en día están consiguiendo grandes triunfos con los Richie Porte, Mathew Goss, Simon Gerrans, Cameron Meyer, Allan Davis, Leigh Howard, Michael Matthews…
Pero volviendo a las comparaciones, hay dos ciclistas por encima de todos en cuanto a grandeza en su palmarés, uno no está ante su mejor temporada, y el otro igual ya está ante el final de su carrera deportiva, pero los dos han conseguido el mayor objetivo para un ciclista, que es conseguir llegar de amarillo a París. Estamos hablando del australiano, Cadel Evans y del británico Bradley Wiggins. El más veterano de los dos, Evans, profesional desde 2001, ha conseguido subirse a los pódiums de las tres grandes. En 2009 hizo tercero en la Vuelta a España, y en este 2013, viene de hacer otro tercer puesto en el Giro de Italia, donde se dio a conocer ya que fue líder en el 2002, o venció una etapa y se llevó la regularidad en 2010, año de festín australiano en el Giro, ya que Mathew Lloyd se llevó la montaña y Richie Porte el liderato entre los jóvenes. Pero realmente su carrera ha sido el Tour de Francia, en donde tantas veces dio al palo, con segundos puestos en 2007 y 2008, para finalmente llegar en 2011 su ansiado trofeo, en una temporada redonda ya que antes de conseguir el triunfo en París, venía de hacerse con Tirreno y Romandía. A ello habría que añadir su Flecha Valona de 2010 o que como Cavendish también él ha vestido el maillot de campeón del mundo durante todo un año con su victoria en 2009 en Mendrisio (otra de las muchas semejanzas…). Por su parte Sir Bradley Wiggins hizo del 2012 “su temporada”, haciendo hasta el Tour algo muy parecido a lo que en 2011 hizo Cadel Evans, venciendo en Niza, Romandía y Dauphiné, para finalmente barrer en las cronos del Tour y alzarse a lo más alto del Olimpo Parisino. Aunque el de Francia, no sería el único Olimpo que tocaría en 2012, ya que en sus Juegos de Londres, volvió a demostrar su superioridad contra el crono llevándose el oro en la especialidad, acompañado además por Froome en el pódium con su bronce. Además cuenta con un gran palmarés en la pista, con medallas de oro olímpicas, o con la victoria en el prólogo del Giro de Italia 2010, vistiendo el Rosa durante tres días, o un tercer puesto en Madrid en la Vuelta 2011. ¡Quién lo pillara!
Otra de las similitudes que han hecho más grande al ciclismo, tanto de Australia como del Reino unido, han sido la creación de formaciones ciclistas en estos países que además están cosechando grandes triunfos, de hecho hoy por hoy nadie discute la supremacía de la escuadra británica, Sky Procycling. Equipo debutante en 2010, que ya tiene en su poder los triunfos de Wiggins, de Cavendish hasta este año, de Froome, Porte y compañía, y principal promotor de los nuevos y jóvenes grandes ciclistas británicos que se están dando a conocer. Algo parecido ocurre en el bando australiano con el equipo Orica GreenEDGE, en su caso debutantes en 2012, pero que culminaron una temporada buenísima consiguiendo triunfos tan importantes como el de Simon Gerrans en la Milán San Remo o el de Simon Clarke en Valdezcaray en la Vuelta a España. Este 2013 no se están quedando atrás con triunfos en Down Under, Tirreno, País Vasco, o la muy reciente en Suiza de Cameron Meyer.
El último de los puntos en común son “Sus Carreras”. Ambas muy recientes pero cada vez con mayor peso en el calendario ciclista. En el caso “aussie”, la ya citada Tour Down Under, creada en 1999 y que es la primera grande de la temporada y la que da el pistoletazo de salida al año ciclista, pero hoy por hoy realmente es una carrera por la que los grandes ciclistas del pelotón pasan dándole un caché tremendo (recordemos la repercusión que tuvo la vuelta de Armstrong en esta prueba). En el caso de la Vuelta a Gran Bretaña, creada en 2004, todavía no llega a la altura de su homóloga australiana, pero son ya nombres importantes los que se han llevado el triunfo en esta prueba como Mauricio Ardila, Boasson Hagen, Albasini o Lars Boom, y es que el triunfo de esta prueba está en que en una época en la que la mayoría de históricas pruebas europeas reducen sus recorridos, etapas, presupuestos, equipos participantes, e incluso desaparecen, ser una de las pocas que año a año va creciendo en todos esos puntos, es digno de elogiar y visto lo visto seguramente en no muchos años estemos hablando de una nueva Vuelta a Suiza.
Por lo tanto, Australia y Gran Bretaña, Gran Bretaña y Australia, serían dos de los espejos en los que nuestro deporte de los pedales debería mirarse, porque aunque muchos nos vendan lo contrario el ciclismo, pese a todo, puede ponerse muy de moda.