El británico Bradley Wiggins ha anunciado que no defenderá su título de campeón del Tour de Francia ya que debido al tratamiento de su lesión, no ha podido entrenar como le gustaría para preparar la ronda gala. Con esto se resuelve la duda sobre el liderazgo del equipo británico, y es que el año pasado ya hubo dudas sobre quien debía ser el líder, si el gran estandarte Bradley Wiggins o el hombre más en forma, Chris Froome. Para este año el equipo repartió el calendario de forma que no coincidiesen, apostando por Wiggins para el Giro y por Froome para el Tour. La verdad es que el tiempo ha corrido en contra de Bradley, ya que Froome lleva una temporada muy buena, casi tanto como la que el año pasado se marcó Wiggins. Sin embargo este año el corredor nacido en Belgica, Wiggins, lleva un año algo menos brillante, solo destaca su 5º puesto en la Volta, puesto que posteriormente repitió en Trentino, temporada que remató con ese abandono en el Giro tras una actuación marcada por caídas y malos días bajo la lluvia.
A todo esto se le suma que sus compañeros están realizando un gran año, tanto Froome como Porte estan rodando muy bien en las carreras a las que van, Henao ha sido muy protagonista en la primavera y el propio Uran le cogió el relevo en el Giro finalizando 2º en la general, demostrando que puede ser un líder a la altura de una gran vuelta por etapas. Con todo este análisis quiero decir que un líder si algo tiene que ser fuerte, aparte de piernas, es de cabeza. El año pasado Wiggins ganó el Tour porque era el más fuerte, pero el mismo se sabía el más fuerte, tan solo superado a veces por su compañero Froome, de hecho, esto se demostró en la última crono donde Brad con el Tour ya ganado rodó al límite para demostrar que estaba más fuerte que Chris, y cerrar todas esas bocas que ponían en duda su liderazgo. Este año sin embargo Wiggins no tiene las mismas piernas y esa confianza en sí mismo también se ha visto mermada, la falta de victorias y la incapacidad de superar a Nibali desde Trentino han hecho que Wiggins encarase su objetivo del año, el Giro, sin el convencimiento de poder ganarlo y prueba de ello es el abandono, ya que en otras condiciones estoy casi seguro de que no se hubiese bajado, ni hubiese cedido tiempo en las etapas que lo hizo.
Tras ese abandono se le planteó entrar en el 9 del Tour, el aceptó y sabía que iba a ir para ayudar a Froome, pero se ha echado a atrás. Sigue alegando esa lesión para tampoco disputar el Tour, cuando aún queda un mes para que comience la ronda gala. Quizás sea la opción correcta, pero otros corredores como Quintana van a llegar al Tour sin días de competición desde Lieja, y si el objetivo es ayudar al líder, eso le asegura rendir por encima del resto en la tercera semana, que es donde se debe decidir la carrera, por lo que la escusa de Wiggins no me vale. Quizás el verdadero motivo sea el miedo a no estar a la altura de lo que espera su equipo, ya que si va iría como escudero del líder, y verse superado por hombres como Porte o David Lopez, lo que sería un gran mazazo para él.
Con todos estos acontecimientos Wiggins fija su objetivo en la Vuelta, eso es muy bueno para la organización, aquí coincidirá de nuevo con Nibali, por lo que parece que esta edición puede tener una gran participación, eso sí, esperemos que Wiggins llegue recuperado anímicamente y con confianza para que no le coma la tostada ningún corredor más de su equipo, es el precio de hacer un super equipo para un hombre, y que este no responda. Por cierto el ciclismo hoy en día son puntos, Wiggins en ese sentido ya no es un hombre puntal en el Sky, más presión aún para él.