Desgraciadamente es usual la relación que las personas hacen entre el dopaje y el ciclismo. Si un medio de comunicación habla de ciclismo puede ser por una victoria española de importancia, pero lo cierto es que tiene mucha más repercusión mediática cualquier caso de dopaje que salga a la luz.
Hoy se ha conocido el positivo por dopaje de Sylvain Georges (Ag2R – La Mondiale), y los medios de comunicación que hasta la fecha no habían hablado siquiera del Giro d’Italia comienzan a despertar para dedicar una buena parte de la sección polideportiva de los informativos al suceso.
Sin embargo, he encontrado en twitter, allí donde pueden leerse verdades desconocidas y mentiras inventadas, una tabla en la que se hace una relación entre deportes y se especifica el número de controles realizado junto al porcentaje de positivos detectado.

Las cifras son espeluznantes. El ciclismo es el deporte con mayor cantidad de controles, en torno a veinte mil y en muchos años superando esa cifra. Pero el porcentaje de positivos nunca alcanza el 2 %.
Si comparamos otros deportes, podemos encontrar tasas del 7 % de casos positivos sobre 28 análisis, o de más del 4 % sobre 15 análisis.
Parece por tanto muy evidente el gran castigo al que el ciclismo está sometido por parte de los medios de información. Prima más la limpieza cuando las estadísticas demuestran que cualquier otro deporte que tuviera el mismo número de controles sin duda mostraría un porcentaje de deportistas dopados muy superior.
En definitiva, el ciclismo es un deporte limpio. Lo manchan unos pocos y a esos pocos se les castiga. Creamos en el ciclismo, en que se están haciendo las cosas bien. Creamos en el deporte más bonito, más difícil, más sacrificado.