“El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde” es una obra de Robert Louis Stevenson que fue escrita en 1886. Es uno de los grandes clásicos de la literatura mundial, que trata un tema tan controvertido como el Trastorno disociativo de la identidad, vamos lo que todos conocemos como personalidad múltiple, es decir que una persona se muestre con más de una manera de ser. Su gran fama ha hecho que se llevara posteriormente al teatro y al cine, y en el momento actual hemos vivido una de sus últimas entregas llegada desde Doustin, Texas, a manos del gran “ciclineasta” americano Lance Edward Armstrong.
Perfectamente, el campeón estadunidense podría protagonizar una secuela de esta obra. ¿A quién nos creeríamos? ¿al hombre respetado, carismático y de registros inigualables?, o ¿al tramposo, rey de la mentira y auténtico dueño y señor de una de las conspiraciones más sucias que ha habido en la historia del ciclismo y del deporte en general?
Sinceramente, me cuesta tanto creer lo segundo pero es que son tan claras las pruebas que le acusan que realmente el problema de personalidad se me extrapola a mí mismo. ¿Será verdad lo que dijo Wiggins? ¿Lance será Papa Nöel? Mejor dicho, que estamos en España ¿Lance será alguno de los tres Reyes Magos?, o vete tu a saber, con esto del trastorno de personalidad lo mismo él solo hace por los tres. Si fuera así, menudo regalo que nos ha caído este año. Después de una temporada tan pletórica que hemos vivido de ciclismo por culpa suya en Navidad creo que a buena parte del pelotón no les va a caer más que un buen pedazo de carbón de Ciñera. Y tanto carbón no puede ser nada bueno. De hecho debe ser muy dañino, a ver si nos va a entrar un cáncer o algo así. ¡Hablando de cánceres! ¿Cuándo extirparán a Patrick McQuaid del ciclismo?
Pero volvamos al “doble” o “triple” protagonista de nuestra obra. Lance Armstrong , el que durante muchos años representó al gran héroe americano, que fue capaz de superar al Pat McQuaid, perdón, al dichoso cáncer, y que tras ello se fue a tierras francesas y les hizo un Siete a todos sus rivales, convirtiéndose en el ciclista que más veces se subió en el pódium de París.
Su vida ha sido un continuo “Sonrisas y Lágrimas”. Su primera sonrisa la consiguió a la luz del arco-iris en 1993 en Oslo donde consiguió hacerse con la victoria del Campeonato del Mundo, siendo todavía un chavalín recién llegado por delante del que en ese momento era el gran mito del ciclismo, Miguelón, y al que con el paso del tiempo lo derrocaría en el puesto número uno del pódium histórico del Tour de Francia. Esta sería Su Carrera, pero lo primero que recibió de esa, Su Carrera, sería una gran lágrima. Un 18 de Julio de 1995 su compañero del Motorola y amigo, Fabio Casartelli se dejaba la vida en el descenso del Aspet. Esta sería la primera vez que el texano tras recibir un buen “palo” sacaría toda su casta y daría un puñetazo sobre la mesa para demostrar toda su valía. Tres días después de la pérdida de su amigo, Lance, conocedor de que la etapa con final en Limoges era la que había señalado en rojo su compañero italiano vencedor de los JJOO de 1992, decidió que la victoria de esa etapa sería el homenaje que le brindaría. Horas más tarde pasaba bajo la pancarta de la línea de meta con los brazos en alto y sus dedos señalando al cielo, donde Casartelli seguro que le estaba mirando con una sonrisa en el magullado rostro.
Pero entonces, cuando le llegaba el momento de explosión profesional, en octubre del 96’ llegaría la prueba más importante de su vida. Le diagnosticaban un cáncer testicular con metástasis pulmonares y cerebrales. Para que nos entendamos, que nadie daba un dólar por él. Entonces le llegó la etapa reina. Dureza, sufrimiento, dolor y… Victoria. Tras someterse a diferentes operaciones y a tratamientos de quimioterapia fue capaz de salir adelante cuando los mejores médicos le habían dado menos de un 40% de posibilidades de sobrevivir. ¡Ahí si que pudo levantar los brazos! ¡Menudo triunfo!
Menos de dos años después ya estaba compitiendo. Corrió en la Paris-Niza del 98’. Hizo un cuarto en la Vuelta a España de ese año. Y en el 99’ empezó a escribir lo que sería la historia del gran amor de su vida. Ese amor apasionado, sin mucha cordura y que a la postre le ha supuesto su muerte deportiva. Se podría decir que empezó a escribir su «Romeo y Julieta» (vaya repaso de literatura que os estoy dando).
Siete años de amarillo. Siete años haciendo exhibiciones contra el crono y en la montaña. Siete años dejándonos imágenes de la gran super clase que tenía y de la suerte de los campeones que él poseía. Siete años para dejarnos mil y una imágenes. Brindis, ascensiones pletóricas a Alpe d´Huez o Moint Ventoux, brindis, esa carencia impresionante en las cronos, brindis, doblar a su gran rival Jan Ullrich en la contrarreloj inaugural, brindis, cruzar aquel prado donde Beloki se dejó su carrera, brindis, esa caída con Iban Mayo en Luz Ardiden y como se levantó como un ciclón para dejar atrás a todos sus rivales, brindis y más brindis.
Y Llegó el momento de irse desde lo más alto. En ese momento estaba claro que él era el Rey Mago del oro, el incienso y la mirra eran cosa de otros. Él y sus Tours. El y su principie de Asturias (tan de moda en estos días). Él y su historia. Solo podía ser catalogada como una historia de oro. Un ejemplo en el que reflejarse cualquier ser humano con un problema. Salir del infierno para llegar al cielo. Y una vez allí hacer tanto por las personas que pasan por momentos por los que el pasó (que nadie dude ahora de lo mucho que ha ayudado contra el cáncer su fundación Livestrong).
Como decía, en 2005, tras su séptimo Tour Lance colgaba la bici, y se dedicaba a vivir. Pero una vida en la que el sufrimiento y la gloría habían ido siempre de la mano hicieron que 3 años después quisiera volver a quitar las telarañas de su «burra» y volver a tirar por las carreteras de las mejores carreras ciclistas. Ahora no nos acordamos, pero si echamos la memoria atrás recordaremos que los medios que ahora han ido a degollar al americano en ese septiembre de 2008 cuando anunció su vuelta llenaron páginas y páginas con la noticia. Esa noticia supuso un impulso al ciclismo enorme. Como la vuelta de José Tomás a los ruedos o la de “Schumi” a los circuitos, la de Lance a la bici revitalizó todo lo relacionado con el mundo de los pedales. Volvió para correr un Giro durísimo, para meterse un tortazo enorme por tierras palentinas, para hacer un pódium en Francia donde su “enemistad” con Alberto fue lo que más interesó a la prensa “especializada”, para poner al ciclismo en la élite del deporte.
Pero todos sus éxitos, envidias o no aparte, estuvieron relacionados desde el primer momento con la duda del dopaje. Cuantas veces habremos escuchado, «Éste va hasta las cejas, que lo que le dieron para lo de sus hu***s, es lo que hace que corra tanto». Y es que el dopaje es ese gran árbol de cuya sombra nadie puede escapar en este mundo. Y al final con los años se ha demostrado que “La sombra del ciprés es alargada” (Delibes es mucho Delibes) y ha envuelto por completo al de Doustin. Todo lo referente a esto es lo que tenemos muy reciente. Creo que con todo lo que se ha dicho, poco cabe añadir.
Solo quiero dejar presente una cosa, puede que en sus años en los que los médicos fueron tan importantes para él, el Dr. Jekyll Armstrong tuviera la necesidad de seguir necesitándolos para convertirse en el mito de Mr. Lance Hyde, pero lo que no cabe duda es que su carrera esta ahí, que para ganar un Tour, dos y tres tuvo que entrenar y salir con la bici lloviese, hiciera frío o calor, y que sus grandes etapas en la ronda gala quedarán grabadas en la retina de todos aquellos que pudimos saborearlas, por mucho que nuestros “amados” dirigentes de la UCI nos digan que debemos olvidarlo. ¿Olvidarlo? ¿y eso cómo se hace?
Amante de todo lo que supone el ciclismo. Una frase: "Sin sacrificio, no hay victoria" y eso es este deporte. "Desconocidos" como el ciclismo amateur o el ciclocross me enamoran
1 Comentario
Muy buen artículo el que acabo de leer. Está muy bien ver que en un artículo deportivo, quien lo escribe tiene amplios conocimientos tsmbién en otros campos. Eso es lo que debería valorarse en un buen periodista. Espero seguir leyendo artículos tan interesantes como este.
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Muy buen artículo el que acabo de leer. Está muy bien ver que en un artículo deportivo, quien lo escribe tiene amplios conocimientos tsmbién en otros campos. Eso es lo que debería valorarse en un buen periodista. Espero seguir leyendo artículos tan interesantes como este.