El ciclismo está considerado como uno de los deportes más duros de practicar del mundo. En el entorno profesional, suele haber etapas de muchos kilómetros y de gran desnivel, lo que hace que la preparación tanto física como mental sea un aspecto que marque las diferencias entre el gran número de corredores. A diferencia de lo que muchos aficionados puedan pensar a priori, guarda muchas semejanzas con las prácticas que engloban los deportes mentales, aquellos que exigen más del intelecto que del desgaste del resto de músculos.
A continuación, detallaremos de forma diferenciada cómo se muestran la resistencia y la estrategia en ambas disciplinas. Aunque sus actividades poco tienen que ver, la gestión de las emociones y en la elaboración de un plan tienen mucho peso para llegar a lo más alto.
La resistencia
En el mundo de las dos ruedas, la resistencia física no se entendería sin un trabajo mental. Respecto a la primera, el ciclista tiene que mantener un buen ritmo durante las horas que dure la ruta, adaptándose a las exigencias del terreno y a las condiciones meteorológicas que pueden hacer estragos. Y es que, más allá de tener un cuerpo preparado para el reto, la fortaleza psicológica también tiene su importancia, pues un buen control de las emociones permite gestionar el dolor, el cansancio y las situaciones que pueden aparecer en la carrera.
En cuanto a los deportes basados en el intelecto, los hay de diferentes tipologías, como el ajedrez y las damas, o las actividades que ahora agrupan los portales especializados de casino online, como el póker o el blackjack. En este caso, se exige sobre todo el trabajo del cerebro, reclamando largos momentos de concentración y memoria, tratando de aprovechar las debilidades mostradas por los compañeros de mesa y no caer en errores. Aislarse del entorno y reducir toda presión posible hará afrontar la partida de manera mucho más estable emocionalmente.
Si bien en el ciclismo la resistencia psicológica es un componente muy importante para el éxito de un corredor, ocupa un segundo lugar justo por detrás de lo físico, cuya preparación es fundamental para acercarse a lo más alto del podio. Por el contrario, en los deportes mentales, este aspecto sí que ocupa una parte central, siendo una de las imprescindibles junto con la estrategia, que es tal y como se entiende la planificación de decisiones determinadas para conseguir hacerse con un objetivo específico.
La estrategia
El ciclismo profesional es una disciplina de equipos en la mayoría de las ocasiones, sobre todo en las competiciones por etapas que a todo el mundo le vienen a la mente.
Los profesionales con gran recorrido nunca han ocultado disponer de estrategias para lograr sus objetivos y esto pasa por potenciar a un miembro del grupo en detrimento de los esfuerzos del resto. La protección del líder, hacer escapadas puntuales o controlar la velocidad a la que rueda el pelotón son tres de los movimientos más comunes que se dejan ver en cualquier etapa.
En el caso de las dos ruedas, toda la coordinación de los roles de cada uno de los ciclistas es obra del director deportivo, que conoce a la perfección cuáles son las características del terreno, los puntos fuertes de su grupo y no pierde de vista nunca el objetivo. Por el contrario, en los deportes intelectuales, como el póker o el ajedrez, durante la partida es el jugador quien se enfrenta en solitario al desafío, sin ayuda de nadie, aunque evidentemente en los momentos previos, normalmente, se ha entrenado y preparado para afrontar el reto.
Y terminamos haciendo hincapié en el componente estratégico de las disciplinas mentales que, más allá de ser individuales, responden a otras particularidades. Parte del objetivo es adelantarse a lo que puede suceder o, como alternativa, contemplar los diferentes escenarios cambiantes que se pueden dar y cómo reaccionar a cada uno de ellos. Y es que esa previsión, clave e ineludible, tiene que ir acompañada por capacidad de respuesta y de adaptación a las adversidades, siendo ambas de mucho peso en la obtención de buenos resultados.