El corredor andaluz consiguió la victoria tras su segundo puesto del año pasado y salvó las caídas que afectaron a los escapados en el descenso final.
La carrera estuvo marcada por el calor y por un corte de 30 ciclistas que se conformó en la parte inicial, antes de la parte más dura de la carrera. En un primer momento, Hernáiz (Castilla y León) junto a Pla (Comunitat Valenciana) protagonizaron la escapada. Pero pronto se movieron por detrás para dejar la carrera ya decidida.
Así, un corte con Ibarguren, Iribar (Euskadi), Silva, Urbano y Jiménez (Andalucía), Hernandez y Martin (Castilla y León), Gomiz y Juan (Valencia), Aramendia (Navarra), Gravalos (La Rioja), Cascales y Hernandez (Madrid), Carrasco y Espejo (Murcia) entre otros abrió camino y llegó pronto a disponer de dos minutos. Solo faltaba Cataluña.
Y llegó el movimiento de Adrià, que arrancó del pelotón principal para intentar enganchar por delante. Lo consiguió ya en la ascensión a La Perdiz, momento en el que se empezó a romper el grupo de cabeza. Grávalos, Adrià e Ibarguren se marcharon por delante, mientras que el propio Grávalos hizo en la subida a Sierra Espuña su personal apuesta.
Con el grupo principal a más de cuatro minutos, sin ninguna selección dispuesta a tirar del pelotón, la carrera estaba por delante. Grávalos llegó a tener casi un minuto sobre los perseguidores, que en Aledo estaban formados por Adrià, Ibarguren y Urbano.
Finalmente, estos cuatro corredores se juntaban y afrontaban casi juntos la ascensión al Castillo de Lorca. Pero en el complicado descenso se sucedían las caídas, primero de un Adrià que atacó en busca de la victoria, después de Ibarguren y por último de Grávalos. Solo Carmelo Urbano, el más precavido en la bajada, pudo librar los incidentes y llegar a la meta de Lorca en solitario.
Triunfo para él que le permite resarcirse de su segunda plaza el año pasado, demostrando un gran nivel de cara a las competiciones que le esperan en el mes de julio.