Dos días necesitó Vincenzo Nibali para remontar los cinco minutos, un abismo en el ciclismo moderno, que le separaban de la maglia rosa. Motivado y con confianza tras su victoria el día anterior en Risoul, Nibali afrontó la última etapa del Giro de Italia con un único objetivo: vestir de rosa al final de la jornada.
La última etapa de la ronda italiana, disputada en los alpes franco-italianos, salía de Guillestre (Francia) y terminaba en Santa Anna di Vinadio. Contaba con cuatro puertos de montaña reunidos en tan sólo 134 kilómetros, estando situados los dos primeros en Francia: el Col de Vars, el Col de la Bonette, el Colle de la Lombarda -la frontera con Italia está situada en medio del puerto- y la corta pero exigente subida final a Sant’Anna de Vinadio. El Giro estaba siendo una carrera absolutamente espectacular; el día anterior, Steven Kruijswijk, que era el hombre más fuerte con diferencia cuando la carretera picaba para arriba, sufrió una dura caída en el descenso del Colle dell’Angello al chocar contra un bloque de hielo. Las múltiples heridas que le causó el impacto le impidieron seguir a Vincenzo Nibali y a Esteban Chaves en el descenso, y acabaría perdiendo el liderato en Risoul. Chaves se hacía con la maglia rosa a falta de un día para el final, pero Nibali, que había ganado la etapa y había soltado al colombiano en la ascensión final a Risoul, le pisaba los talones.

Astana planteó una carrera muy táctica para la última etapa. Nibali sabía que no necesitaba realizar un ataque lejano para desbancar a Chaves. El colombiano estaba yendo a menos con el paso de los días, mientras que el italiano estaba crecido. Además, la diferencia no era grande: 44 segundos separaban al «Tiburón» del pequeño escalador colombiano. La escapada se formó de salida, con hombres como Tanel Kangert, Rein Taaramae, que acabaría ganando la etapa, Mikel Nieve, que sentenció la clasificación de montaña, o Giovani Visconti. Los kilómetros pasaban, y pronto el Col Vars y el Col de la Bonette quedaron atrás. Tinkoff y Movistar asumieron el mando del pelotón; les interesaba poner un ritmo alto para intentar que Kruijswijk, magullado por la caída del día anterior, cediera terreno, y así subir una posición en la clasificación general con Rafal Majka y Valverde, respectivamente. Nibali, que tenía a Kangert por delante, dejó que fueran otros los que trabajaran; su momento llegaría más tarde.
Efectivamente, en la primera parte del Colle della Lombarda, Astana se puso manos a la obra. Fuglsang primero y Scarponi después prepararon el terreno a Nibali, que atacó a falta de 5 kilómetros para coronar el puerto. En un primer momento, Chaves aguantó el acelerón de Nibali, al que ya no pudo seguir cuando arrancó por segunda vez. Kangert, que estaba esperando a su líder por delante, resultó decisivo para Nibali, que encontró en la rueda del estonio una gran ayuda. Chaves, que sólo tuvo la momentánea ayuda de su compatriota Rigoberto Uran, fue cediendo segundos poco a poco, y coronó el puerto sabiendo que el Giro de Italia se le había escapado.

Vincenzo Nibali se tomó la bajada con mucha calma, sabedor de que no tenía ninguna necesidad de arriesgar. Llegó a los pies de Sant’Anna di Vinadio con más de un minuto de ventaja sobre Chaves; el trabajo estaba hecho. El «Tiburón» subió enrabietado el último puerto, y no se relajó hasta cruzar la línea de meta. El Giro ya era suyo. Valverde, que mostró un gran nivel, llegaba a la línea de meta 15 segundos después, consiguiendo así su tan ansiado podio final. El que tardó más en llegar fue Chaves; el colombiano se hundió en la última ascensión, y acabó cediendo con Nibali más de un minuto y medio. El siciliano se proclamaba virtual ganador del Giro con 52 segundos de ventaja sobre Chaves y con 1:17 sobre Valverde. Kruijswijk, que dos días atrás tenía el Giro ganado, aguantó como pudo, pero no pudo retener la tercera plaza del podio.

Dos días necesitó Nibali para remontar los 4:43 que perdía con Kruijswijk al término de la 18º etapa. Por entonces, nadie daba un duro por el italiano, que estaba siendo la mayor decepción de la carrera. Pero el «Tiburón» hizo gala de su carácter de ganador nato y resurgió para demostrar que sigue siendo uno de los mejores ciclistas del mundo. Vincenzo Nibali ya suma dos Giros de Italia y cuatro grandes vueltas por etapas. ¿Llegará alguna más?