Sheyla Gutiérrez es, probablemente, la baza española de futuro para los Mundiales. Pero su aventura en los Campeonatos del Mundo siendo élite no comenzó del todo bien para ella, descolgándose en la primera vuelta de Ponferrada y no estando al nivel que ha demostrado a lo largo de todo 2014, eso sí, por problemas respiratorios.
«El sábado fue un día muy decepcionante encima de la bicicleta. Había puesto mucha ilusión y mucha esperanza, tenía muchas ganas de la carrera del sábado», comentaba la riojana, que llegaba al Mundial tras haber logrado hacía poco el mejor resultado de una española en una carrera internacional de todo el año (5.ª en la cuarta etapa de Ardèche). «Me había preparado mucho, estaba muy bien de forma y es decepcionante porque es un problema que tengo desde pequeña, que siempre me ha impedido hacer este deporte».
No es la primera vez que le sucede este año en un momento importante, véase el Nacional de crono, pero probablemente la de Ponferrada ha sido la vez que más rabia le ha dado en su vida: «Los médicos siempre me han dicho que no me compensaba, que no iba a llegar a ningún lado. Cuando las cosas van bien parece que se te olvida y que ese problema desaparece. Que en la primera vuelta ya estuviera con esa respiración me hizo venirme muy abajo porque sé que podía haber estado bien en este Mundial».
Siempre peleona, siempre incansable, siempre tratando de dar lo mejor de sí hasta en el peor momento, bajarse de la bici no fue decisión puramente suya el sábado: «Fue el médico quien me mandó parar porque ya me conocen y saben que con este problema yo no paro, y puede ir a peor. Tenía una respiración bastante preocupante y me mandaron parar. En meta estaba otro médico también para pararme». Sheyla no echa balones fuera y habla claro con respecto a este tema: «Lo que más me jode de todo es oír comentarios como que me he bajado por enfermedad o que qué malos son los nervios. Ojalá fueran los nervios, u ojalá fuera una enfermedad pasajera». Muchos años todavía por delante para ella, nacida en el 94. Muchos años todavía para demostrar que Varea puede tener sueños arcoíris.