Primoz Roglic se lleva la Lieja-Bastogne-Lieja después de batir a Alaphilippe en un esprint vergonzoso del francés. El recién campeón del mundo celebraba una victoria que no se dio después de descartar de la disputa a Hirschi y Pogacar cerrándolos a propósito.
La carrera empezaba de buena mañana con una fuga absolutamente inofensiva en la que no se colaba ningún corredor especialmente peligroso. El grupo, conformado por nueve corredores, y cuya presencia más destacable era la de Michael Schär (CCC) llegó a tomar una ventaja máxima alrededor de los seis minutos. Precisamente fue el corredor suizo el que más alargó la aventura con un ataque en solitario que duró hasta los pies de la Redoute. Allí la presión del pelotón para entrar bien colocados en la famosa cota acabó por absorberlo.
En la Redoute no pasó absolutamente nada. Sunweb puso un ritmo alto que encontró continuidad en Devenyns (Deceuninck). El gregario de Alaphilippe siguió tirando fuerte una vez pasada la cota en los toboganes que la proseguían y no permitió entrar a los que se habían descolgado durante el ascenso. A 26 de meta llegó el ataque de Michael Albasini (Mitchelton), se retiraba hoy y quería dejar una último recuerdo en la mente del aficionado. El ataque quedó anulado 3 kilómetros después por una arrancada muy fuerte de Luis León Sánchez (UAE) que secundaron Rui Costa (UAE) y Alaphilippe (Deceuninck). El trío duró poco en cabeza ya que des del pelotón se encargaron de que no cogieran más de unos metros.
Quedaban entonces 13 a meta y se iniciaba la última cota del día, Roche-aux-Falcons. Dumoulin (Jumbo) trató de reventar al grupo y una vez se abrió llegó la arrancada de Alaphilippe tratando de seguir el mismo guion que en el Mundial. Aquí pero no pudo dejar a Hirschi (Sunweb) i Roglic (Jumbo) que se unieron con él al frente de la carrera. Coronaron unos metros por detrás Kwiatkowski (Ineos), Pogacar (UAE) y Woods (Education First) de los que solo consiguieron llegar a la cabeza los dos primeros.
Fue a 11 de meta que Hirschi trató de romper el grupo y se marchó con Alaphilippe formando pareja por delante. Por atrás a perseguir se formaba la irónica pareja de Roglic y Pogacar mientras Kwiatkowski se despedía de las opciones de victoria. A todo esto un grupo más numeroso venía por detrás a unos veinte segundos comandado por Van der Poel (Alpecin) que buscaba emular la machada de la Amstel del año pasado. Pero las fuerzas del holandés esta vez no eran las mismas, pues ayer ganó la general del Bink Bank Tour de forma agónica pese a hacer en solitario los últimos 50 kilómetros.
Además por delante había buen entendimiento, tres buscaban su primer monumento y el cuarto reírse de la maldición del arcoiris. No iban a dejar que nadie les levantase la victoria. El único que trató de estorbarlos fue Mohoric (Bahrain) que en un esfuerzo agónico des de atrás aprovechó para alcanzar a 500 de meta y lanzar el esprint de Alaphilippe. El francés arrancó muy temprano, giró la cabeza y vio que Hirschi y Pogacar se le iban a poner a la par. Entonces cerró su trayectoria de tal manera que llegó a tocar a Hirschi e impidió que los dos pudieran disputar la victoria. Pero el bochorno de Alaphilippe aún iba a ser mayor.
El campeón del mundo es famoso por sus gestos innecesarios durante la carrera que hasta hoy no se habían cobrado ninguna víctima (un bandazo suyo a 700 metros de meta casi tira por el suelo a los cuatro corredores escapados) pero la justicia poética hoy lo pagó consigo mismo. Julian Alaphilippe empezó a hacer el gesto de la victoria y dejó de pedalear mientras por la derecha, un esloveno impasible no dejó de hacerlo hasta lanzar la bicicleta e imponerse por unos centímetros. Primoz Roglic, gracias a su persistencia, conseguía ganar la Lieja-Bastogne-Lieja, o lo que significa el mérito de un vueltómano ganando un monumento. Alaphilippe fue descalificado por su maniobra pero de poco importa. Él, Hirschi y Pogacar han demostrado que siempre corren para ganar, así que al primero le da igual que le quiten un segundo puesto y a los otros dos no les importa ganar una posición que no implica auparse hasta la victoria.
Este gesto de Alaphilippe es especialmente significativo por lo que ocurrió la semana pasada. El valiente corredor que tenía tanto admiradores como detractores consiguió al fin el respeto de estos segundos. Estos segundos no soportaban sus gestos y su arrogancia. Lo primero le costó la victoria de hoy a Hirschi y Pogacar, lo segundo a él mismo. Una semana después de lograr la unanimidad en el corazón ciclista Alaphilippe ha dado la vuelta a la situación volviendo a caer mal a los detractores y haciendo que por primera vez sus admiradores empiecen a dudar de él.
La fotografía de entrada a meta pasará a la historia del ciclismo. En el centro se ve a un campéon del mundo desbocado celebrando una victoria que no existe y por detrás suyo, dos corredores que siempre se preguntaran si la maniobra del francés les dejó sin su primer monumento. Por suerte, en la izquierda de la foto, hay un corredor que va unos centímetros por delante del francés. Frío y calculador, pero persistente. Una semana después de perder el Tour más doloroso de las últimas décadas, Primoz Roglic estuvo cerca de ser campeón del mundo y dos semanas después consigue una victoria en un monumento. Probablemente lograr esto después de la Planche des Belles Filles sea precisamente gracias a su frialdad en carrera. Una frialdad que todo el mundo del ciclismo admira.