Aunque son muchos los que señalan a Quintana, Froome y Contador como los principales “capos” de la carrera, no conviene olvidar algún que otro nombre. Entre ellos, resalta el de Steven Kruijswijk.
Con los grandes nombres extenuados tras el siempre exigente Tour, su oposición al rojo se ve fortalecida. Si alcanza el estado de gracia que demostró en Italia, el neerlandés tendrá mucho a su favor.
Dominando con el poderío que solo Froome ha demostrado recientemente, tuvo que ser una caída lo que alejara al neerlandés de la ansiada maglia rosa. Sin apenas equipo, Kruijswijk demostró, hasta su accidente en el Agnello, ser netamente superior a sus rivales. Su capacidad escaladora le permitía responder a todos los ataques e incluso, aún con suficiente ventaja, proponer sus propios demarrajes.
Hoy, casi tres meses después, son pocos los que dudan que de no haberse producido esa caída la maglia rosa hubiera volado a Holanda. Se le escapó de la forma más imprevisible y más inoportuna. Tras responder a los ataques de Valverde, Chaves y Zakarin, el neerlandés había pasado con nota los demarrajes de Nibali en el ascenso al Agnello.
Minutos más tarde, el ciclismo volvió a demostrar que es un deporte tan emocionante como cruel. Mientras Zakarin caía montaña abajo y encogía los corazones de quienes vivíamos la etapa pegados al televisor, Kruijswijk perdía el control de su bicicleta y chocaba contra una pared de nieve.
Allí se fracturó su costilla, y lo que a la postre seguro fue más doloroso: se fracturó su sueño de vestirse de rosa en Milán. Los minutos cayeron sobre el de LottoNL-Jumbo como una losa impasible. La fortaleza que había demostrado en días pasados se esfumaba.
Con más coraje que piernas concluyó aquella etapa y dos días más tarde, ese Giro. Fue 4º, tras quedar apeado del pódium en la última jornada de montaña por un también extenuado Alejandro Valverde.
En esta Vuelta tendrá su merecida revancha. Tras varios meses sin competir -reapareció en San Sebastián- el líder del LottoNL-Jumbo se presenta en Ourense con un único objetivo: subirse al pódium final de Madrid. El escalón lo dictará la carretera.