Oscuridad en la luz del Cantábrico. Un motor falla y el resto de motores desaparece de las televisiones. Un avión aterriza y el esfuerzo de las piernas se transforma en anónimo. Las imágenes de la ascensión a Jaizkibel se repiten en un bucle infinito mientras solo Twitter puede ayudarnos a seguir los devenires de una de las pruebas más prestigiosas de las disputadas en nuestro país.
La fuga del día aparece en nuestros televisores aun cuando hace kilómetros que ya ha sido cazada. Las imágenes de Boaro (TCS), Agnoli (AST), Dennis Vannendert (LTS), Haas (TCG), Wynants (TLJ), Degand (IAM), Mas (CJR) y Hardy (COF) coronando Jaizkibel eran las últimas que la televisión vasca nos transmitía antes de que un fallo en el motor del avión encargado de emitir la señal oscureciera la bella prueba donostiarra. Por detrás los intentos de Caruso (BMC) y Taaramae (Astaná) por conectar con los escapados quedaban neutralizados poco después de descender Jaizkibel. También probarían fortuna Landa, Rosetto, Silin, Gilbert, Arredondo, Hesjedal o Barguil. Su aventura fue, sin embargo, más duradera. Juntos, cruzaron por primera vez la línea de meta del Boulevard con apenas 35 segundos de ventaja sobre el gran grupo.
Solo restaban ya 18 kilómetros y la siempre decisiva subida a Igueldo. Porcentajes de vértigo y un Van Avermaet que según Twitter marchaba en cabeza. Desde casa, la televisión repetía una y otra vez el paso de los corredores por la línea de meta. Una de las clásicas más vistosas del calendario era ya oscura, opaca y nada indicaba que eso fuera a cambiar. Fue entonces cuando la pixelada imagen de Adam Yates ponía punto y final a una sombría hora de retransmisión vacía. El británico coronaba solo Igueldo y por detrás, a escasos 7 segundos, Valverde y Purito intercambiaban miradas mientras eran Dan Martin, Bauke Mollema y Roman Kreuziger los que se relevaban tímidamente a fin de recortar el hueco del hombre del Orica.
Yates entrando en meta
El conservadurismo perdía la partida con la valentía una vez más y Yates vencía, y lo hacía a lo grande. Con coraje y arrojo, arriesgando donde hace un año cayó intentando seguir a Valverde. Las miradas entre los favoritos le daban al del Orica un triunfo que ni el mismo esperaba. Un problema de emisoras decían unos y otros aludían a un error del británico a la hora de reconocer el recorrido. Nada de eso. Sería un nuevo lunar el que explicaría la sorpresa con la que entró Yates en meta. Metros antes de la ascensión a Igueldo, una moto derribaba a Van Avermaet, cuando marchaba en cabeza de carrera. Yates no cazaba al belga y lograba un triunfo que en el momento le sabía a plata, a argenta. Por detrás entró el grupo. Segundo fue Gilbert, intentando vengar a su compañero, y tercero Valverde. El murciano, enfermo toda la semana, suma así más puntos y consolida su liderato en el World Tour. Y lo hace en un caos. En un caos en el que reinó Yates.