Con el Rey León aprendimos una de las frases que son más verdad verdadera, “el ciclo de la vida”, pues algo parecido ocurre con el Tour de Francia. Todos los años a la llegada del verano el mundo de las bicicletas se detiene para el nacimiento de la madre de las reinas del ciclismo, la Grande Boucle, aunque también es cierto, como la vida misma, que esas tres semanas tienen momentos de bajón y momentos de subidón, días en los que la siesta no debería verse maltratada por presenciar un evento soporífero y días en los que preparar la comida a las once de la mañana no debería resultarnos extraño ya que durante cinco o seis horas no sería aconsejable el levantarse del sofá. En todo ciclo lo que nos gusta casi siempre es lo mismo, y lo que nos agrada es la aparición en el recorrido de puertos como Lautaret, Izoard, Risoul, Balés, Tourmalet o Hautacam, aunque también nos hubiera gustado que su aparición tuviera “a priori” una mayor incidencia. Al final como todo ciclo, la carrera muere en las calles de París, donde los Campos Elíseos encumbrarán a un nuevo dios del Olimpo ciclista, y al tirar la última foto de esas tres semanas la gran mayoría estará pensando en lo que acontezca en el siguiente ciclo. En la prueba del año siguiente.
Como decía, la espectacularidad de este ciclo depende muy mucho del itinerario que se haya diseñado para los ciclistas, cuya gran participación una carrera como el Tour tiene asegurada y más un año como este en el que los grandes ciclistas del momentos, a excepción de los colombianos, decidieron dejar de lado la Corsa Rosa. Y parece que en esta ocasión ASO se ha encargado de asegurarnos más de un bostezo. A grandes rasgos la ronda gala presenta etapas de gran atractivo como la ansiadísima quinta etapa con un temible recorrido por pavé, una de las más duras con estas características adoquinadas que se recuerdan en su historia, pero contrasta mucho con la existencia de un solo día en disputa contrarreloj y con la baja exigencia de la gran montaña. Etapas de media montaña sí las habrá atractivas aunque también es cierto que habrá una decena de ellas de las de siesta de pijama y orinal, donde el sprint final sea lo poco relevante que acontezca. Es cierto que el año pasado la carrera resultó bastante entretenida, a pesar de la monopolización de Froome, pero los demás hombres en disputa decidieron no dejar pasar varios días para demostrar sus cualidades ofreciendo un espectáculo un tanto inusitado hasta en etapas de transición. Pero una carrera como el Tour no debería dejar casi todo en mano de la improvisación de los ciclistas y no estaría de más que encabezaran la guerra en pro del ciclismo ofreciendo un recorrido mucho más selecto, y más cuando sabemos que en territorio francés hay para dar y tomar.
Como el Giro de Italia, la prueba francesa saldrá de territorio anglosajón, aunque en su caso el motivo bien merece la pena y es que este año se cumplen 100 años de la I Guerra Mundial, y durante esos primeros días la prueba alcanzará lugares emblemáticos de tal terrible acontecimiento. Todo comenzará en Leeds de donde partirán tres días por Inglaterra que finalizarán en Londres. Por el camino habrá una segunda etapa con final en Sheffield que mostrará seguramente la primera batalla interesante ya que acumula hasta nueve cotas en sus 200 kilómetros, estando cinco de ellos reservados para sus últimos 50, por lo que veremos una especie de prueba de un día de primavera belga al estilo británico y en pleno mes de Julio.
De ahí, haremos el petate para desembarcar ya en territorio francés en Lille, con una primera etapa en Francia totalmente de transición de cara a la quinta jornada esperada por todos, ciclistas y no ciclistas, donde muchos han apretado bien el rotulador rojo al señalarla como la más decisiva de este Tour. El vencedor no saldrá de Arenberg pero seguro que muchos de los grandes nombres dejarán sus opciones en los adoquines. Otro día de clásica en el Tour, con su particular homenaje a la Roubaix. El Infierno del Norte, será más infierno que nunca con el sol estival pegando de lo lindo. Más de 15 kilómetros empedrados con tramos de cuatro estrellas como Hornaing y Tilloy y porciones de los míticos pasos como del Carrefour de l´Arbre o de Mons en Pévèle. Tras el gran día del pavé se sucederán de nuevo varias etapas de las de aprovechen y vayan a la piscina, alguna cota de cuarta no muy lejos de meta que puede darle mordiente pero poco más. Con la octava etapa llegará el primer fin de semana montañoso en la zona próxima a la frontera con Alemania de los Vosgos, aunque hasta la segunda de estas tres jornadas no llegará el primer gran puerto del Tour con el Col de Le Markstein de primera categoría aunque situado a 50 kilómetros de la llegada. Al día siguiente sí tendremos una señora etapa de montaña, quizás una de las más duras de este Tour, y eso teniendo en cuenta que habrá Alpes y habrá Pirineos, dice muy poco en favor del recorrido elegido posteriormente. Siete puertos de montaña, cuatro de ellos de primera categoría, encadenándose para acabar los duros Col de Chevrères y Le Planche des Belles Filles, alcanzando la meta tras superar en los kilómetros finales rampas de hasta el 20% de desnivel.
Tras esta décima etapa llegará la primera jornada de descanso para ir tomando conclusiones y valorar que opciones de triunfo tiene quien porte el maillot amarillo y como de lejos estarán el resto de grandes favoritos. Las dos siguientes etapas tendrán su miga con cotas de cuarta categoría situadas no muy lejos de meta, pero seguramente los capos de la carrera no querrán enseñarse mucho, teniendo en cuenta que los Alpes llegarán en la décimo-tercera jornada con la subida a un fuera de categoría más largo que exigente como Chamrousse. El paso por los Alpes finalizará al día siguiente con las ascensiones a Lauteret, Izoard y Risoul, por lo que sin duda en esta edición la dosis alpina estará bastante descafeinada.
De camino a los Pirineos etapa con final en Nîmes para los velocistas. Tras la segunda jornada de descanso, primer envite en los Pirineos con la etapa que finalizará en Bagnères-de-Luchon con Aspet y el Port de Balès como atractivos de una jornada de casi 240 kilómetros, situada la meta al final del descenso del último de los dos. Al día siguiente debemos de pensar que nos encontramos con la etapa reina, ya que aunque apenas la etapa contará con 125 kilómetros se ascenderán tres primeras como Portillon, Peyresourde y Val Louron para finalizar en otro fuera de categoría como Pla d´Adet, de donde ya deberá salir un líder bastante sólido, al que el que quiera optar al triunfo deberá poner en aprietos al día siguiente con la última gran oportunidad en la que se ascenderá el siempre temible Tourmalet para finalizar posteriormente en Hautacam.
Para salir de los Pirineos dirección Paris de nuevo etapa para los sprinters en Bergerac, y todo acabará al día siguiente con la única crono con final en Périgueux de 54 kilómetros y con un perfil muy poco apto para especialistas, ya que son varias las subidas que se encuentran en el recorrido. Como siempre todo acabará en los Campos Elíseos parisinos junto al Arco del Triunfo donde después de tres semanas de sufrimiento habrá momentos para las distensión y las celebraciones.
Por lo tanto un recorrido un tanto insulto en cuanto a la alta montaña pero de nuevo con dosis para que si los ciclistas están por la labor nos dejen un gran sabor de boca al paso de estas tres semanas, pero como ya dije antes si al ciclo de la vida tu ya le pones la salsa para no depender de terceros seguramente tendría mucha más gracia.
1 comentario
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